Vivir en las fronteras amazónicas de Perú es una condena a la resistencia. Resistir al abandono del Estado, resistir a las actividades ilegales, resistir al abuso y persecución de quienes se sienten con derecho a invadir territorios porque saben que es muy poco probable que la justicia los alcance. Los taladores persiguen a los indígenas asháninka que viven en la frontera con Brasil, mientras que los narcotraficantes no dan tregua a los tikunas cerca de Colombia. Ambos defienden sus bosques de actores ilegales que promueven la tala de maderas preciosas y hoja de coca. Son historias de resistencia de quienes luchan en la Amazonía de Perú, por no convertirse en una cifra más en los reportes de defensores ambientales asesinados.