En México, la resistencia de las comunidades indígenas lleva siglos, pero en las últimas décadas se ha intensificado, en especial en zonas como la Sierra Tarahumara, en el estado de Chihuahua. Ahí, los defensores de territorio y recursos naturales están siendo asesinados y las comunidades desplazadas por la acción de grupos de narcotráfico —que también explotan la tala legal e ilegal—, el aumento de proyectos mineros y la indiferencia gubernamental. Lo que se vive en la Tarahumara se ilustra con la historia de la comunidad rarámuri Coloradas de la Virgen y de uno de sus defensores: Julián Carrillo Martínez, asesinado el 24 de octubre de 2018.